lunes, 11 de marzo de 2013

Cuentos de amor, de locura y de muerte. Horacio Quiroga








Considerado uno de los maestros del cuento latinoamericano, los relatos de Quiroga retratan a la naturaleza bajo rasgos terribles y horrorosos y como enemiga del ser humano. Su vida, marcada por la tragedia, los accidentes de caza y los suicidios, culminó por decisión propia, cuando bebió un vaso de cianuro en el Hospital de Clínicas de la ciudad de Buenos Aires a los 58 años de edad, tras enterarse de que padecía cáncer de próstata Está claro que la biografía de un escritor termina por intervenir en su obra. En el caso de Quiroga, sus aprendizajes en la selva, las muertes truculentas, la tentación del suicidio y el desamparo de la paternidad pasan a su argumentos. Los cuentos de Quiroga nos sugieren que amor y enfermedad, sensatez y demencia, pasión y remordimiento están a un simple paso. Ningún lector atento podrá evitar la sensación de encontrarse ante un narrador formidable y poderosos. 




"¿Se había equivocado? Era terriblemente histérica, pero con rara manifestación desbordante; los nervios
desordenados repiqueteaban hacia adentro, y de aquí la súbita tenacidad en un disparate, el brusco abandono de una convicción; y en los prodromos de las crisis, la obstinación creciente, convulsiva, edificándose a grandes bloques de absurdos. Abusaba de la morfina, por angustiosa necesidad y por elegancia. Tenía treinta y siete años; era alta, con labios muy gruesos y encendidos, que humedecía sin cesar. Sin ser grandes, los ojos lo parecían por un poco hundidos y tener pestañas muy largas; pero eran admirables de sombra y fuego. Se pintaba. Vestía, como la hija, con perfecto buen gusto, y era ésta, sin duda, su mayor seducción"




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